sábado, 23 de julio de 2011

I said no, no, no... (Amy Winehouse)

Este mundo nunca ha sido bueno para las personas extremadamente sensibles, las emociones que dominan el frágil cuerpo de los grandes artistas son tan turbulentas e inmensas que probablemente no sean capaz de expresarse en palabras controladas, solo a través de un grito desgarrador... quizás sea ese el éxito de su voz, transmitir aquel caos indominable que surge solo de la lucha entre profundos sentimientos en conflicto...


Aquella artista torturada hoy ha dicho por ultima vez, no, no, no... quizás ahora su esencia pueda ser libre de la insuficiente prisión que fue su cuerpo, que descanse en paz, Amy Winehouse.








jueves, 21 de julio de 2011

Neuróticamente Imbéciles!

La palabra imbécil la heredamos de los griegos (im: con, báculo: bastón), quienes la usaban para llamar a aquellos que vivían apoyándose sobre los demás, los que dependían de alguien para poder caminar.  Y no estoy hablando de individuos transitoriamente en crisis, de heridos y enfermos, de discapacitados genuinos, de débiles mentales. Éstos viven, con toda seguridad, dependientes, y no hay nada de malo ni de terrible en esto, porque naturalmente no tienen la capacidad ni la posibilidad de dejar de serlo. 

Imbécil es aquel que sin necesidad real, necesita apoyarse en otros. Aquel que teniendo la capacidad de  sostenerse en sí mismo, no es capaz de sostenerse en sí mismo. Hay que tener claro que cuando se habla de “la imbecilidad” no deberíamos ponerla en términos de insulto, sino más bien, en términos de enfermedad (efectivamente necesitar obsesivamente de algo o alguien, es una enfermedad en el sentido psicológico) Según Savater hay tres grandes grupos imbéciles, los que podrían clasificarse como:

Los imbéciles intelectuales, que son aquellos que creen que no les da la cabeza (o temen que se les gaste si la usan) y entonces le preguntan al otro: ¿Cómo soy? ¿Qué tengo que hacer? ¿Adónde tengo que ir? Y cuando tienen que tomar una decisión van por el mundo preguntando: “tu ¿qué harías en mi lugar?”. Ante cada acción construyen un equipo de asesores para que piense por ellos. Como en verdad creen que no pueden pensar, depositan su capacidad de pensar en los otros, lo cual es bastante inquietante. El gran peligro es que a veces son confundidos con la gente genuinamente considerada y amable.

Los imbéciles afectivos son aquellos que dependen todo el tiempo de que alguien les diga que los quiere, que los ama, que son lindos, que son buenos. Buscan a una persona que les jure y perjure que nunca bajo ninguna circunstancia los dejara de querer,
Son protagonistas de diálogos famosos:

— ¿Me quieres?
—Sí, te quiero...
— ¿Te molestó?
— ¿Qué cosa?
—Mi pregunta.
—No, ¿por qué me iba a molestar?
—Ah... ¿Me seguís queriendo?

Los imbéciles morales, sin duda los más peligrosos de todos. Son los que necesitan permanentemente aprobación del afuera para tomar sus decisiones. El imbécil moral es alguien que necesita de otro para que le diga si lo que hace está bien o mal, alguien que todo el tiempo está pendiente de si lo que quiere hacer corresponde o no corresponde, si es o no lo que el otro o la mayoría harían. Son aquellos que se la pasan haciendo encuestas sobre si tienen o no tienen que cambiar el auto, si les conviene o no comprarse una nueva casa, si es o no el momento adecuado para tener un hijo. 

Defenderse de su acoso es bastante difícil; se puede probar no contestando a sus demandas sobre, por ejemplo, cómo se debe doblar el papel higiénico; sin embargo, creo que mejor es... huir.

Todos somos en algún es aspecto y en mayor o menor medida imbéciles, lo que es, bajo ciertos parámetros, absolutamente normal, no sano, pero normal, no obstante, Cuando alguno de estos modelos de dependencia se agudiza y se deposita en una sola persona del entorno, el individuo puede llegar a creer sinceramente que no podría subsistir sin el otro. Por lo tanto, empieza a condicionar cada conducta a ese vínculo patológico al que siente a la vez como su salvación y su calvario. Todo lo que hace está inspirado, dirigido, producido o dedicado a halagar, enojar, seducir, premiar o castigar a aquel de quien depende.
Este tipo de imbéciles son los individuos que modernamente la psicología llama COdependientes

Un codependiente es un individuo que padece una enfermedad similar a cualquier adicción, diferenciada sólo por el hecho (en realidad menor) de que su “droga” es un determinado tipo de personas o una persona en particular.
Exactamente igual que cualquier otro síndrome adictivo, el codependiente es portador de una personalidad proclive a las adicciones y puede, llegado el caso, realizar actos casi (o francamente) irracionales para proveerse “la droga”. Y como sucede con la mayoría de las adicciones, si se viera bruscamente privado de ella podría caer en un cuadro, a veces gravísimo, de abstinencia. 

La codependencia es el grado superlativo de la dependencia enfermiza. La adicción queda escondida detrás de la valoración amorosa y la conducta dependiente se incrusta en la personalidad como la idea: “No puedo vivir sin ti”.
Siempre alguien argumenta: 

—...Pero, si yo amo a alguien, y lo amo con todo mi corazón, ¿no es cierto acaso que no puedo vivir sin él?
Y yo siempre contesto: —No, la verdad que no. 

La verdad es que siempre puedo vivir sin el otro, siempre, y hay dos personas que deberían saberlo: yo y el otro. Me parece horrible que alguien piense que yo no puedo vivir sin él y crea que si decide irse me muero... Me aterra la idea de convivir con alguien que crea que soy imprescindible en su vida. 

Estos pensamientos son siempre de una manipulación y una exigencia siniestras. El amor siempre es positivo y maravilloso, nunca es negativo, pero puede ser la excusa que yo utilizo para volverme adicto.  Por eso suelo decir que el codependiente no ama; él necesita, él reclama, él depende, pero no ama. 

Sería bueno empezar a deshacernos de nuestras adicciones a las personas, abandonar estos espacios de dependencia y ayudar al otro a que supere los propios.
Me encantaría que la gente que yo quiero me quiera; pero si esa gente no me quiere, me encantaría que me lo diga y se vaya (o que no me lo diga pero que se vaya). Porque no quiero estar al lado de quien no quiere estar conmigo... 

Es muy doloroso. Pero siempre será mejor que si te quedaras engañándome.
Dice Antonio Porchia en su libro Voces:
“Han dejado de engañarte, no de quererte, y sufres como si hubiesen dejado de quererte”.


Cuando idealizamos la realidad, sufrimos considerablemente, debido a que en el fondo, sabemos cómo son las cosas, y la forma real terminara siempre por aparecer e intervenir en nuestra idealización provocando una frustración inescapable.

Claro, a todos nos gustaría evitar la odiosa frustración de no ser queridos. A veces, para lograrlo, nos volvemos neuróticamente manipuladores: Manejo la situación para poder engañarme y creer que me seguís queriendo, que seguís siendo mi punto de apoyo, mi bastón.
Y empiezo a descender. Me voy metiendo en un pozo cada vez más oscuro buscando la iluminación del encuentro. 

El primer peldaño es intentar transformarme en una necesidad para vos.
Me vuelvo tu proveedor selectivo: te doy todo lo que quieras, trato de complacerte, me pongo a tu disposición para cualquier cosa que necesites, intento que dependas de mí. Trato de generar una relación adictiva, reemplazo mi deseo de ser querido por el de ser necesitado. Porque ser necesitado se parece tanto a veces a ser querido... Si me necesitas, me llamas, me pides, me delegas tus cosas y hasta puedo creer que me estás queriendo. 

Pero a veces, a pesar de todo lo que hago para que me necesites,
Tú no pareces necesitarme. ¿Qué hago? Bajo un escalón más.
Intento que me tengas lástima... 

Porque la lástima también se parece un poco a ser querido...
Así, si me hago la víctima (Yo que te quiero tanto... y vos que no me quieres...), quizás...
Este camino se transita demasiado frecuentemente. De hecho, De alguna manera todos hemos pasado por este jueguito. Quizá no tan insistentemente como para dar lástima, pero quién no dijo:

“¡Cómo me haces esto a mí!”
“Yo no esperaba esto de ti, estoy tan defraudado... estoy tan dolorido...”
“No me importa si vos no me quieres... yo sí te quiero”.
Pero la bajada continúa...
¿Y si no consigo que te apiades de mí? ¿Qué hago? ¿Soporto tu indiferencia?...
¡Jamás! 

Si llegué hasta aquí, por lo menos voy a tratar de conseguir que me odies.
A veces uno se saltea alguna etapa... baja dos escalones al mismo tiempo y salta de la búsqueda de volverse necesario directamente al odio, sin solución de continuidad. Porque, en verdad, lo que no soporta es la indiferencia.
Y sucede que uno se topa con gente mala, tan mala que... ¡ni siquiera quiere odiarnos! Qué malas personas, ¿verdad? 

Quiero que aunque sea me odies y no lo consigo.
Entonces... Estoy casi en el fondo del pozo. ¿Qué hago?
Dado que dependo de vos y de tu mirada, haría cualquier cosa para no tener que soportar tu indiferencia. Y muchas veces bajo el último peldaño para poder tenerte pendiente:
Trato de que me tengas miedo. 
Miedo de lo que puedo llegar a hacer o hacerme (fantaseando dejarte culpable y pensándome...) 

Podríamos imaginar a Glenn Close diciéndole a Michael Douglas en la película “Atracción fatal”:
—Si no pude conseguir sentirme querida ni necesitada, si te negaste a tenerme lástima y ocuparte de mí por piedad, si ni siquiera conseguí que me odies, ahora vas a tener que notar mi presencia, quieras o no, porque a partir de ahora voy a tratar de que me temas. 


Cuando la búsqueda de tu mirada se transforma en dependencia, el amor se transforma en una lucha por el poder. Caemos en la tentación de ponernos al servicio del otro, de manipular un poco su lástima, de darle bronca y hasta de amenazarlo con el abandono, con el maltrato o con nuestro propio sufrimiento...

La propuesta es simple, abandonar toda vínculo de codependecia
(adaptado de "el camino de la autodependencia", Jorge Bucay)

viernes, 15 de julio de 2011

Solo comprensión lectora.

Miren, la verdad este post es, siendo sincero, bastante poco productivo hasta inútil e indigno de leer, pero aun así, quiero ponerlo para ver simplemente si todos leen lo mismo que yo.
Antes debo aclarar que esto surge a propósito de que hayan censurado muchas canciones de reggeatone en Costa rica, por "inculcar la violencia en jóvenes, el sexismo y otras discriminaciones sociales" claro está que muchas canciones si incitan a este tipo de conductas, no es necesario que ponga aquí la letra de una canción de Calle 13 y la analicemos para darnos cuenta de "en que parte" comete errores morales, por decirlo de alguna forma... tan distinto, como diría mi abuela, a las hermosas canciones infantiles de las tías de Mazapán, que representan el lado totalmente opuesto a esta "nueva música" grosera y sexual que pervierte a la gente... ¿o no?

Supongo que la falta de comprensión sobre lo que escuchamos deja pasar sin procesar a nuestro subconciente melodías pegajosas que no nos detenemos a analizar, espero que la teoria de los mensajes subliminales no tenga los alcances que postulan los "subliminalistas" porque ciertamente al escuchar estas canciones "de antes" tan "inocentes y puras" uno descubre espantosas ideas que están, a mi jucio, mucho más alejadas de lo correcto que "vamo' a portarnos mal".

por ejemplo, y quiero citar estas breves frases de un juego que ojalá se extinga luego:
(los niños se reunen y cantan a coro y contestandose, antes de perseguirse)


Cuantos panes hay en el horno!!!
21 quemados!!!
quién los quemó?!
El perro Judío!!!

Prendelo bien prendido que haya voy yo
eso te pasa por aturdido
PERRO JUDÍO!!!



O para que decir, "Alicia va en el coche", me parecía una canción sin sentido hasta que la leí bien...

En coche va una niña, carolín, (bis)
hija de un capitán, carolín cacao leo lao. (bis)
¡Qué hermoso pelo tiene; carolín! (bis)
¿Quién se lo peinará? carolín cacao leo lao. (bis)

Lo peinará su tía, carolín, (bis)
con mucha suavidad, carolín cacao leo lao. (bis)

Con peinecito de oro, carolín, (bis)
y horquillas de cristal, carolín cacao leo lao. (bis)
Alicia cayó enferma, carolín (bis)
Quizá se sanará, carolín cacao leo lao. (bis)

Alicia ya está muerta, carolín. (bis)
La llevan a enterrar, carolín cacao leo lao. (bis)
Alicia va en el coche, carolín (bis)
Con techo de cristal, carolín cacao leo lao (bis)

Con varios oficiales, carolín, (bis)
y un cura sacristán, carolín cacao leo lao. (bis)

Encima de la tumba, carolín, (bis)
un pajarillo va, carolín cacao leo lao. (bis)

Cantando el pío, pío, (bis)
y el pío, pío, pa, (bis)

ajaja y le encontré sentido, que necrofílica esa obra de arte... quizas otra sea más pura como "arroz con leche, me quiero casar (...) que sepa tejer, que sepa bordar" (osea que le planche, le baile, le cocine ajaja) u otras:

"debajo de mi cama hay un perro muerto, el que cuente 3, se lo comerá" 
"zapatito cochinito cambia de piecito por favorcito"
"aserrín, aserrán, los maderos de san juan, piden pan, no les dan, piden queso, les dan hueso, y les cortan el pescuezo."
"tengo tengo tengo, tú no tienes nada"
  
toda censura es una lástima, porque primero prohibe un mensaje, y juzga por otros lo que es bueno o malo, y tambien porque ocultamente detrás de toda censura no dejan de haber intereses y un pensamiento del tipo "Ellos son tontos, no pueden elegir" pero si hay algo que debemos censurar son los contenidos que se meten a la fuerza, disfrazados de ideas santas y normales, censurarlos si, pero mediante la correcta educacion en lo que a lenguaje corresponde.

Quiero creer que no hay intenciones conspiracionales detrás de los mensajes que invadieron a nuestros padres, o los que nos invaden hoy en dia, por todos lados, quiero creer que no hay sino buena intención en la censura, quiero creerlo sinceramente, pero no me hago muchas ilusiones, después de todo, es solo comprension lectora.

miércoles, 6 de julio de 2011

una idea del amor

Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirando de las cobijas lo despertó.
- ¿Cuánto ganás, papá? – le preguntó
- Ehhh... ¿cómo? – preguntó el padre entre sueños.
- Que cuánto ganás en el trabajo.
- Hijo, son las doce de la noche, andate a dormir.
- Si papi, ya me voy, pero vos ¿cuánto ganás en el trabajo?
El padre se incorporó en la cama y en grito ahogado le ordenó:
- ¡Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para que vos pregunte! ¡¡y menos a la medianoche!! – y extendió su dedo señalando la puerta.
Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle al hijo.
- Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 2.800 pesos pero con los descuentos me quedan unos 2.200.
- ¡Uhh!... cuánto que ganás, papi – contestó Ernesto.
- No tanto hijo, hay muchos gastos.
- Ahh... y trabajás muchas horas.
- Si hijo, muchas horas.
- ¿Cuántas papi?
- Todo el día, hijo, todo el día.
- Ahh – asintió el chico, y siguió – entonces vos tenés mucha plata ¿no?.
- Basta de preguntas, sos muy chiquito para estar hablando de plata.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir.
Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano.
- Papi ¿vos me podés prestar cinco pesos?
- Ernesto... ¡¡son las dos de la mañana!! – se quejó el papá.
- Si pero ¿me podés...
El padre no le permitió terminar la frase.
- Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto de la plata, mocoso impertinente. Andate inmediatamente a la cama antes de que te agarre con la pantufla... Fuera de aquí... A su cama.
Vamos.
Una vez más, esta vuelta puchereando, Ernesto arrastró los pies hacia la puerta.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escucho lloriquear casi en silencio.
Se sentó en su cama y le habló.
- Perdoname si te grité, Ernesto, pro son las dos de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no podés esperar hasta mañana?.
- Si papá – contestó el chico entre mocos.
El padre metió la mano en su bolsillo y sacó su billetera de extrajo un billete de cinco pesos. Lo dejó en la mesita de luz y le dijo:
- Ahí tenés la plata que me pediste.
El chico se enjuagó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de allí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes. Agregó los cinco pesos al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía.
Después agarró la plata entre las manos y la puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
- Ahora si – dijo Ernesto – llego justo, nueve pesos con cincuenta centavos.
- Muy bien hijo, ¿y que vas a hacer con esa plata?
- ¿Me vendés una hora de tu tiempo, papi?.

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Cuando alguien te quiere, sus acciones dejan ver claramente cuanto le importas
Cuando alguien te quiere lo que hace es ocupar una parte de su tiempo, de su vida y de su atención en ti...

Desahogo de hoy.

Hace tiempo que no escribía una entrada acerca de mi estado actual; de hecho esta la escribo porque, pese a que este no sea un medio masivo de comunicacion precisamente ajaja, es el medio relativamente más eficiente del que dispongo para desperdiciar hablando de tonteras.
> En estos momentos estoy "pidiendo prestado" internet, es una de las cosas que hay que hacer (osea que ordi') cuando a uno le cortan el suministro de esta gran y esclavizante red mundial de comunicacion artificial, es triste volverse dependiente de algo que deberia estar a tu disponimiento y no a la inversa pero que se le va a hacer, cuando uno incorpora elementos a tantos aspectos de su vida, es inevitable que terminen de improviso siendo parte de la estabilidad de la misma...
> cuando me quebré el brazo, no pensé que iba a ser tan desagradable, uno, y aunque suene a frase de "teleton", definitivamente no se da cuenta de lo necesarias que son hasta las mas infimas partes del cuerpo, bueno, además de la incomodidad absoluta, el hecho de estar relativamente inmovil e invadido por estos artilugios ortopedicos de velcro y telas, y el dolor que es poco en realidad pero que molesta, están tambien las complicaciones que solo le ocurren a los que estamos inmersos en sistemas familiares estupidamente disfuncionales, como que hayan peleas porque ahora te rehusas a poner la mesa (lo que es sin duda la tontera más tonta del mundo) Ni siquiera puedo dejar de poner la mesa sin que haya que llevar profesionales medicos y jurar ante notario. que desagradable tanto escandalo innecesario. Para que decir las otras cosas familiares, un mamá estresada más de lo normal, unos hermanos muy llorones y desobedientes, gente que grita por todos lados, una pieza desordenada (porque cuesta hacer la cama inmovilizado), etc etc... en resumen unas lindas vacaciones. Lo que pasa es que uno quiere ayudar a los demas que tienen problemas mas grandes, pero despues de un tiempo uno empieza a pensar (sobretodo cuando tanto psicoterapeuta te lo ha repetido cien veces) ¿y yo? y de esa pregunta por la autoestima comienza a subir el nivel de hastío. Quiero escapar y retomar mi vida social que está tirada hace semanas, que es precisamente mi aspecto debil, ¿es demasiado querer?
> por otro lado, ¿te acuerdas de esa que me gustaba hace buuuh? bueno, igual pienso en ella, y no sé si es gusto, masoquismo, preocupacion o obsesion, aunque ciertamentte no me importa mucho, he aprendido a manejar esas cosas a punta de tecnicas de meditación zen, pero igual queria decirlo despues de todo para algo que sirvan estas cosas!
> me estoy resfriando, que desagradable.
> me invitan a salir y quiero pero no se si puedo. que lástima, no quiero perder a nadie, ni tampoco perder el tiempo libre, que por primera vez existe.
> hay que comprar los bonos para la psiquiatra! que haré? hay que pedir hora con el traumatologo por el brazo :O! que hare? hay que esto, hay que lo otro, ¿no podemos parar el tiempo y dormir y vivir los momentos indicados cuando nos sentimos indicados? odio los medicos, especialmente los que no se dedican a la mente, por lo menos los terapeutas se preocupan por tu crecimiento espiritual y te dedican mas tiempo que los otros. me acorde que tengo que ir al dentista! más que los medicos odio las enfermedades que no prestan utilidad, al menos algunas personas pueden hacerse la victima!, no como uno que ni personas que lastima le tengan tiene ajaja (eneatipo  4 modo on) de todo esto, al menos me quedo con que aprendi a ser zurdo.
> es increible como uno puede hartarse sin tener ningun problema en particular, el otro dia leia como los judios habian sobrevivido a esos horrendos lugares de exterminio nazi, aferrandose a un sentido vital... y yo que no tengo mas que problemas menores, me veo relativamente estresado... ¿será la carencia de sentido?
> otra cosa increible es como uno cuando está enojado encuentra que todo es estupido, pero como no va a ser estupido el folleto de las pastillas para dormir que dice "efectos no deseados: somnolencia, etc.." o soy yo el que lo encuentra tonto?
> se acaban las vacaciones, estoy "Expectante" por volver al estres desaforado de ese colegio!
> QUIERO SALIR.
> que manera de escribir tonteras uno, y en un blog serio! imaginate por dios xdd
> otra cosa que me harta es tener que estudiar o hacer trabajos para el colegio, hace 1 mes dije que necesitaba tiempo para hacerlo, ahora tengo el tiempo y definitivamente no quiero saber nada de esa materia inutil, ya sé que mi memoria me da para tener un 7, dejenme vivir en paz, pal caso, sea lo que sea que me guste hacer, será una carrera donde me moriré de hambre.
> ahora que he dedicado a quejarme, quizas esté en condiciones de empezar a arreglar mi vida, o evadirla de alguna forma.

Es primera vez que publico una asociacion libre, perdon.