Una columna mia para el sitio web www.elquintopoder.cl
Los desmanes son una clara manifestación de estupidez, de
falta de civilidad, y ciertamente de conflictos psicológicos en aquellos que
los producen, suponer que alguien que rompe, incendia o lanza elementos con ese
grado de violencia y de rabia es alguien que no está lleno de resentimiento consigo
y con su contexto, sería engañarnos, pues ninguna persona que esté en
circunstancias “sanas” actuaría de esa forma por muchos argumentos filosóficos
o políticos retorcidos que tenga. Al ver estos sucesos en Santiago es tiempo de
que asumamos que en la sociedad existen
muchas personas enfermas, y más aun, que asumamos que la sociedad enferma a las
personas, ¿acaso el vandalismo no es
sino otra razón para decir que necesitamos con urgencia una sociedad más justa,
que no resienta a tal punto las mentes de los individuos que viven en ella?,
¿una sociedad cuyo sistema educacional garantice oportunidades “más y mejores”
como tanto repite el presidente en sus discursos, por muy poco que haga por
ello?¿ una sociedad que cree individuos equilibrados?
Me pregunto esto sin querer justificar la enfermedad ajena,
sino simplemente porque al escuchar las declaraciones en un tono nefastamente
triunfante y con una cara de “se los advertí” que hace el ministro Hinzpeter,
no puedo evitar ver un peligro inminente, el
peligro de que lleguemos a asociar la idea de movimientos sociales con la idea
de desmanes y terminemos creyendo que las marchas son malas, permitiendo por consiguiente
que el único mecanismo de control político que tenemos los ciudadanos de “a
pie” quede deslegitimado.
En lo personal me parece que los argumentos que
hoy se dan con estos fines son absolutamente irracionales, no se puede
pretender que los dirigentes se hagan cargo de los actos que hacen ciertos individuos
solo porque actúan en el mismo lugar y al mismo tiempo que en el que ellos se
expresan, ¿acaso pedimos que los estudiantes hagan el trabajo que debe hacer el
personal especializado con sus propios métodos y sus propias formas?, menos aun
esta otra idea que sostiene el gobierno de “que no son capaces de controlar lo
que convocan” pues es evidente para todos que los vándalos actuarían igual
cualquiera fuese la razón de protesta, ¿Cómo aquellos que no son sus líderes van
a controlarlos? ¿Acaso por eso no se deberían convocar actos masivos? ¿Acaso no
sucede lo mismo en un partido de futbol, o en una celebración, (guardando por
supuesto, las proporciones)? ¿Acaso lo
que nos quieren decir es que el problema está en la marcha y no en los
individuos que deben hacerse cargo de sus propios actos? Y pese a que todos
sabemos que esto es así, pareciese que las autoridades o son ciegas o quieren
hacernos creer que son ciegos, ¿pues de que otra forma les servirían las
marchas sin desmanes? No estoy diciendo que los destrozos sean causados por
personal público (aunque tampoco lo negaría rotundamente), pero al menos me
parece curioso que sean estos la excusa perfecta para evadir los temas de fondo
y para obviar la gran cantidad de ciudadanos convocados. Inclusive, si fuesen
los estudiantes los culpables de todo ¿por eso dejarían de tener sentido las
demandas?, claro que no.
Pero obvio, es mejor aludir a lo malo, a los derechos violados por los delincuentes;
mejor si no usamos los métodos realmente eficientes, no ocupamos la
inteligencia policial de la que disponemos y ocupamos en cambio, métodos no
selectivos como el lanzar gases, provocando un clima muchísimo mas caótico asi
le podemos hacer creer a los ciudadanos que esa es la fórmula que hay que
aplicar en estos casos y que lo mejor no es protestar porque si lo hacen
llegaran inevitablemente infiltrados y todo quedará destruido en postales
apocalípticas que evocan los miedos más profundos arraigados en este país, como
el miedo a perder la seguridad individual, por el cual estarían dispuestos a
cerrar los ojos y confiar en sus autoridades y sus “salvadores”.
Con todo esto simplemente quiero decir que no tenemos que
caer en esta trampa formada por argumentaciones falaces, no podemos llegar al
punto de que por respetar los invocados derechos de “paz y movilidad” que
poseemos los habitantes, se llegue a censurar el derecho a la libertad de
expresión, porque si bien siempre que
algo se expresa libremente es inevitable que se pasen a llevar ciertas
atribuciones de los demás, más aun si se trata de manifestaciones masivas, este
derecho debe ser cuidado como si se tratase de lo más preciado en el mundo,
pues es y será precisamente eso. Nunca se acaba el tiempo de las marchas, nunca
es suficiente de reclamar, pese a que eso repita el mandatario desde el primer
día de paro. La única forma de alcanzar una democracia madura es cambiar la
idea de que lo normal es conformarse con lo que nos dan por la idea de que los
funcionarios públicos están también para servirnos, y para responder a nuestros
emplazamientos, no se trata de socialismo ni nada por el estilo, sino
simplemente del principio que debiese sustentar nuestras sociedades para poder
alcanzar el desarrollo del que tanto nos queremos hacer parte.
Lamentablemente el mundo y sus cambios funcionan “a la bruta”
en una lógica de sacudir el árbol para que caigan manzanas, nunca se han
logrado avances trascendentales a punta de cartas en un buzón de sugerencias.
Debemos repudiar el vandalismo con todo nuestro ser, pero nunca en la idea de
justificar la represión, mucho menos cuando no estamos viviendo ni una novena
parte de las consecuencias que se provocan en otros lugares, pese a que eso
quisiera darse a entender, mucho menos cuando libertad es precisamente lo que
necesitamos ahora.
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